SANTIAGO.- A causa de un ataque de epilepsia falleció este sábado en Marruecos el pintor chileno Claudio Bravo, de 74 años, considerado uno de los más trascendentes artistas plásticos que ha dado nuestro país, y el más relevante pintor chileno de las últimas décadas.
A Bravo, quien estaba radicado en el país africano desde 1972, le había sido diagnosticada la enfermedad recién este año, y ya había comenzado a tratársela. Aún no existe precisión en torno a la realización de sus funerales, pero es prácticamente un hecho que los restos del artista serán sepultados en el país en que vivió en las últimas décadas.
Allí tenía cuatro casas, entre las cuales una mansión en Tánger era su residencia principal. Sin embargo, la muerte lo sorprendió en el inmueble que poseía en la localidad de Taroudant.
Con su celebrada técnica hiperrealista, Bravo se transformó en uno de los pintores más destacados de las últimas décadas a nivel internacional, con obras que llegaron a venderse en cifras millonarias, y que hoy cuelgan en las paredes de los principales coleccionistas del mundo.
La trayectoria de Bravo comenzó con sus primeros estudios en academias de Santiago, cuando apenas rondaba los diez años. A partir de entonces, su historia siguió un curso que lo llevaría a los más altos escalones del arte en Chile y el mundo, con una trascendencia sólo comparable a la que antes alcanzara una figura como Roberto Matta.
Claro que Bravo se consideraba varios escalones más arriba que el pintor surrealista, como lo expresó en una entrevista que ofreció a "El Mercurio" en 2009. "Me siento muy por encima de todos los pintores latinoamericanos. Soy el más importante del continente y el más cotizado en el mercado internacional hace mucho tiempo. Matta muerto no llega a mis precios de vivo (...). Está demostrado que, en el terreno artístico internacional, me como vivo a Matta", dijo sin temor a la polémica.
En esa misma entrevista habló de su relación con Chile. "Aún me queda un sucedáneo de hermano: Benjamín Lira, a quien yo considero el mejor pintor chileno después de mí. Pero perdí lazos familiares y sentimentales, y Chile es demasiado lejos. Vendí pésimo y la plata la regalé a dos instituciones de caridad. Pero si hoy me hacen una retrospectiva importante, ¡soy hasta capaz de quedarme quince días!", contó con cuotas de humor.
Pero si la relación con su país de origen pasó por períodos de distancia, el mayor reencuentro vino en 1994, con la primera exposición individual que hizo en el Museo de Bellas Artes. La muestra se transformó en una de las más visitadas del recinto ubicado en Parque Forestal, y posicionó definitivamente a Bravo en el lugar mayor que ocupa en el mundo artístico chileno.
He cumplido con mis dones
Tras un inicio profesional en los años 50, que además de exposiciones lo tuvo con incursiones en la danza y el teatro, Bravo se estableció en Madrid en los años 60, donde alcanzó fama como retratista.
Fue ése el inicio del perfil que le daría fama: Su asombrosa capacidad para reflejar la realidad de manera transparente, sin distorsiones, por lo que a la hora de calificarlo en una corriente la opción nunca fue otra que el hiperrealismo.
Desde los 70, en tanto, sus obras comenzaron a llegar a los principales museos y galerías del mundo, en ciudades caracterizadas por albergar y catapultar vanguardias artísticas, como Nueva York y Londres.
A partir de entonces su lugar en las más altas esferas del mundo del arte se consolidó, por lo que sus obras eran presencia habitual en las subastas de arte latino y otras realizadas por casas como Christie's y Sotheby's. La última de ellas fue a fines de mayo, donde uno de sus cuadros se vendió en 482.500 dólares.
La muerte sorprendió a Bravo en plena actividad, pero según confesó en 2009 la idea de ésta ya no le era lejana. "Estoy preparado para morir, si le viene la gana a Dios. Morir terminará con mi angustia de la creatividad, será acostarme y dormir bien eternamente. Estoy listo porque he cumplido con mis dones".
A Bravo, quien estaba radicado en el país africano desde 1972, le había sido diagnosticada la enfermedad recién este año, y ya había comenzado a tratársela. Aún no existe precisión en torno a la realización de sus funerales, pero es prácticamente un hecho que los restos del artista serán sepultados en el país en que vivió en las últimas décadas.
Allí tenía cuatro casas, entre las cuales una mansión en Tánger era su residencia principal. Sin embargo, la muerte lo sorprendió en el inmueble que poseía en la localidad de Taroudant.
Con su celebrada técnica hiperrealista, Bravo se transformó en uno de los pintores más destacados de las últimas décadas a nivel internacional, con obras que llegaron a venderse en cifras millonarias, y que hoy cuelgan en las paredes de los principales coleccionistas del mundo.
La trayectoria de Bravo comenzó con sus primeros estudios en academias de Santiago, cuando apenas rondaba los diez años. A partir de entonces, su historia siguió un curso que lo llevaría a los más altos escalones del arte en Chile y el mundo, con una trascendencia sólo comparable a la que antes alcanzara una figura como Roberto Matta.
Claro que Bravo se consideraba varios escalones más arriba que el pintor surrealista, como lo expresó en una entrevista que ofreció a "El Mercurio" en 2009. "Me siento muy por encima de todos los pintores latinoamericanos. Soy el más importante del continente y el más cotizado en el mercado internacional hace mucho tiempo. Matta muerto no llega a mis precios de vivo (...). Está demostrado que, en el terreno artístico internacional, me como vivo a Matta", dijo sin temor a la polémica.
En esa misma entrevista habló de su relación con Chile. "Aún me queda un sucedáneo de hermano: Benjamín Lira, a quien yo considero el mejor pintor chileno después de mí. Pero perdí lazos familiares y sentimentales, y Chile es demasiado lejos. Vendí pésimo y la plata la regalé a dos instituciones de caridad. Pero si hoy me hacen una retrospectiva importante, ¡soy hasta capaz de quedarme quince días!", contó con cuotas de humor.
Pero si la relación con su país de origen pasó por períodos de distancia, el mayor reencuentro vino en 1994, con la primera exposición individual que hizo en el Museo de Bellas Artes. La muestra se transformó en una de las más visitadas del recinto ubicado en Parque Forestal, y posicionó definitivamente a Bravo en el lugar mayor que ocupa en el mundo artístico chileno.
He cumplido con mis dones
Tras un inicio profesional en los años 50, que además de exposiciones lo tuvo con incursiones en la danza y el teatro, Bravo se estableció en Madrid en los años 60, donde alcanzó fama como retratista.
Fue ése el inicio del perfil que le daría fama: Su asombrosa capacidad para reflejar la realidad de manera transparente, sin distorsiones, por lo que a la hora de calificarlo en una corriente la opción nunca fue otra que el hiperrealismo.
Desde los 70, en tanto, sus obras comenzaron a llegar a los principales museos y galerías del mundo, en ciudades caracterizadas por albergar y catapultar vanguardias artísticas, como Nueva York y Londres.
A partir de entonces su lugar en las más altas esferas del mundo del arte se consolidó, por lo que sus obras eran presencia habitual en las subastas de arte latino y otras realizadas por casas como Christie's y Sotheby's. La última de ellas fue a fines de mayo, donde uno de sus cuadros se vendió en 482.500 dólares.
La muerte sorprendió a Bravo en plena actividad, pero según confesó en 2009 la idea de ésta ya no le era lejana. "Estoy preparado para morir, si le viene la gana a Dios. Morir terminará con mi angustia de la creatividad, será acostarme y dormir bien eternamente. Estoy listo porque he cumplido con mis dones".
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