La gran incógnita es si habrá una suave transición de poder o si una lucha interna desestabilizará ese país totalitario que posee un arsenal nuclear.
Los analistas coinciden en que EE.UU. mantendrá un compás de espera cautelosa hasta que se resuelva el problema de liderazgo.
Entretanto, los planes de defensa desarrollados por Estados Unidos y su aliado Corea del Sur deberían entrar en estado de alerta aunque, por ahora, no se justifique ninguna acción militar.
Juego político
En este momento habrá un período de duelo en el que se registrará poco movimiento dentro de Corea del Norte, escribe a BBC Mundo desde Japón Jun Isomura, analista del centro de investigación Hudson Institute.
No obstante, a puerta cerrada, "se podría dar un juego político por el poder", según el analista. "Los círculos internos alrededor del líder siempre están en el juego político", escribe.
En el ojo de esta incertidumbre está Kim Jong-un, el hijo del fallecido Kim Jong-il a quien designó como sucesor hace apenas un par de años, y habrá que ver si puede consolidar su poder.
"Lo más preocupante para Estados Unidos es no saber quién está en control", afirmó Michael Auslin, experto en temas asiáticos y de seguridad del American Enterprise Institute, un centro de investigación de derecha en Washingon.
A pesar de que no hay relaciones diplomáticas entre ambos países, el experto explica que siempre existió un sistema para enviar mensajes y señales de lo que EE.UU. estaría esperando del gobierno de Pyongyang o de cómo respondería en caso de una provocación.
"No se sabría quién está tomando las decisiones para enviarle esa señal", indicó Auslin. "Lo mismo sucedería si se desata un terrible conflicto interno dentro del país. ¿Con quién se habla para intentar frenarlo?".
Hasta que no se esclarezca el panorama no es mucho lo que se puede hacer, comenta Jun Isomura. "Pero se podrían enviar mensajes a través de los medios que se está observando cuidadosamente el desarrollo de la situación".
El doctor Isomura considera que algunos mensajes deberían ir dirigidos a Kim Jong-un. "Dejarle saber que tiene una gran oportunidad en sus manos para tomar una iniciativa pacífica".
Michael Auslin coincide en que una suave transición de poder sería el escenario ideal pero es muy poco lo que se conoce de Kim Jong-un.
"No sabemos qué tanto poder tiene, ni cuáles serían sus políticas o si simplemente es un peón de su tío que parece haber estado manejando el país desde la enfermedad de Kim Jong-il", expresó.
Papel de China
Algunos consideran, sin embargo, que China adopte una postura proactiva para asegurar la estabilidad de la península coreana y evitar potenciales enfrentamientos.
Rudy de Leon, encargado de Seguridad Nacional y Política Internacional del Center for American Progress, una organización de tendencia liberal en Washington, acaba de regresar de Pekín donde formaba parte de una delegación que discutió Corea del Norte y la estabilidad en la región.
"Estados Unidos ha reafirmado su compromiso con una política de resolución pacífica de los conflictos entre las dos Coreas y su firme alianza con Corea del Sur", manifestó a BBC Mundo de Leon, quien fuera subsecretario de Defensa bajo el gobierno de Bill Clinton.
"El doble papel de Pyongyang -de aliado y carga para China- crea una oportunidad única para que los chinos asuman un papel diplomático constructivo que se asemeje a los esfuerzos estadounidenses para lograr la estabilidad en la península", aseguró de Leon.
"Como país fronterizo con Corea del Norte, China no solo debe asegurarse de que haya una transición pacífica sino que haya transparencia en el proceso", insistió. "¿Quién controla los sistemas críticos nucleares, los cohetes, la capacidad militar?"
Pero Michael Auslin, del American Entreprise Intitute, espera que China también se quede observando cuidadosamente para ver cómo se comporta "su estado cliente".
"China intervendría si empieza a ver que el régimen está perdiendo poder, tanto para asegurar su propia frontera como para continuar su influencia en el noreste asiático", afirmó Auslin.
Según informes, Estados Unidos se preparaba para anunciar esta semana una importante donación para Corea del Norte -que atraviesa un grave problema de hambruna- a cambio de que Pyongyang suspendiera su polémico programa de enriquecimiento de uranio.
"No se sabe qué hubiese salido de ese plan", comentó Michael Auslin al respecto. "Hubiera podido ser la misma pantomima de EE.UU. haciendo gestos con la oferta y los norcoreanos extrayendo más concesiones como en anteriores ocasiones".
De todas maneras, concluye el analista, ese gesto, como cualquier negociación para frenar la proliferación nuclear de Corea del Norte, tendrán que esperar hasta que haya claridad sobre quién manda en Pyongyang.
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