Al mismo tiempo, y en relación con la misma espiral de violencia, tres soldados egipcios murieron en las últimas horas en el Sinaí como consecuencia de un cohete israelí que erró su blanco y se adentró en territorio egipcio.
La ola de violencia en la zona, que se ha cobrado hasta ahora las vidas de al menos 22 personas entre israelíes y palestinos, ha entrado en su segunda jornada con un ímpetu desconocido en los últimos meses.
Los cielos de Gaza son sobrevolados en todo momento por aviones y helicópteros israelíes, y el sur de Israel ha quedado nuevamente bajo una lluvia intermitente de cohetes, en un recordatorio de los oscuros días de la operación Plomo Fundido de 2009.
La única víctima mortal de la jornada, hasta el momento, es un adolescente de 13 años que sucumbió a las heridas que le causó un cohete lanzado sobre uno de los barrios del este de Gaza capital.
Fuentes médicas citadas por la agencia Wafa dijeron que otras 17 personas, sobre todo mujeres y niños, resultaron heridas en este bombardeo.
Según otros testimonios, el cohete fue disparado contra la vivienda de un jefe local del movimiento islamista Hamas, y causó un incendio que se propagó con rapidez a las viviendas vecinas.
Otros bombardeos se registraron en el barrio Zeitún de Gaza capital, en las localidades de Beit Lajie, Beit Hanoun y Janyunes, así como en los túneles de contrabando de la fronteriza Rafah, donde hay un operario desaparecido.
Algunas zonas de la franja quedaron desconectadas hoy del suministro eléctrico debido a la explosión de una bomba israelí junto a una estación eléctrica cerca del campo de refugiados de Nuseirat.
Portavoces militares confirmaron los ataques contra "blancos terroristas" en la franja en respuesta a los atentados de ayer en una carretera del sur de Israel, "de acuerdo con la política del gobierno" del primer ministro, Benjamín Netanyahu, de "cobrar un precio" a quienes "derraman la sangre israelí".
Ocho israelíes murieron y más de treinta resultaron heridos el jueves en una cadena de atentados en una carretera que conduce a la ciudad a la sureña Eilat, un ataque cuya autoría no ha sido reivindicada.
Inmediatamente, Israel atacó la vivienda en Rafah de un comandante de los Comités Populares de Resistencia (CPR), supuesto responsable de los atentados según este país, y mató a cinco de sus comandantes y al hijo de dos años de uno de ellos.
Desde Ramala, el jefe de Relaciones Exteriores del partido Al Fatah habló de "crimen de guerra" y opinó que con la escalada Netanyahu quiere "desviar la atención" de la crítica situación social y las protestas populares en su país.
En la cadena de represalias, el recrudecimiento de los bombardeos israelíes fue respondido por Hamás y otros grupos armados de la franja con más de una docena de cohetes que alcanzaron la ciudad de Ashdod, unos 30 kilómetros al norte de la franja.
Una decena de civiles que, tras escuchar una primera explosión, salieron de una sinagoga -y no de un seminario rabínico como se había informado en un principio- resultaron heridos, uno de ellos de gravedad.
El servicio de noticias por Internet Y-Net revela que el grupo de alerta del Gobierno israelí formado por Netanyahu y siete destacados ministros coincidió ayer en la necesidad "de reaccionar al atentado (de Eilat), pero sin provocar una escalada".
Según Y-Net, Israel mantiene en las últimas horas contactos con Egipto y EU para evitar un mayor deterioro de la situación.
Egipto se ha visto plenamente involucrado en la crisis porque el grupo de terroristas pasó por su territorio y se cree que algunos de los que sobrevivieron están aún en la zona fronteriza, donde se ha declarado la alerta máxima.
Anoche, tres militares egipcios murieron cerca de donde se registraron los atentados y un agente resultó herido por el ataque de un avión israelí que perseguía a dos presuntos terroristas en la frontera que separa ambos países en el Mar Rojo.
Israel señaló que las muertes de los militares egipcios se debieron a un error.
Esta mañana, una mina estalló en la frontera de Egipto con Gaza sin causar víctimas.
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