Entre 1550 y 1850, la Tierra vivió una "pequeña era del hielo", nombre que usaron los científicos para describir un período frío que significó una disminución en la temperatura del planeta en 1 °C y que afectó especialmente el hemisferio norte, donde se vivieron inviernos más crudos, menos lluvias y una mayor sequía, además de fenómenos inusuales, entre ellos, el congelamiento de ríos como el Támesis y el Mar Báltico, entre otros.
Tal período se dividió en tres fases, siendo la más fría la experimentada entre 1645 y 1715, en que se registró una casi nula actividad solar, fenómeno que se conoce hasta hoy como el mínimo de Maunder y que revela la falta de manchas solares en la superficie del astro.
Justamente eso es lo que está pasando actualmente con el Sol, según revelaron esta semana científicos de la National Solar Observatory (NSO) de EE.UU., en la conferencia anual de la Sociedad Astronómica Americana, donde dieron a conocer una serie de estudios que indican que nuestra estrella se encamina a una nueva baja en su actividad y a lo que promete ser el fin de uno de sus ciclos. No sólo hay menor actividad en su corona y núcleo, sino que prácticamente no exhibe manchas solares. "Esto es muy inusual e inesperado", dijo Frank Hill, director de la Red Solar de la NSO. De hecho, para Hill, el hecho de que tres diferentes estudios del Sol indiquen lo mismo es una fuerte señal de que el Sol puede entrar "en hibernación".
Esto podría empezar a partir del 2013, cuando se acabe el actual ciclo del Sol (Nº 24), para entrar en uno menos activo y con una extensión de más de 11 años.
Consecuencias
Durante el mínimo de Maunder (1645 -1715) se congeló el río Támesis varias veces. Desde ese entonces, los londinenses nunca más han visto este fenómeno en su río.
Sin embargo, los científicos no saben si se repetirán fenómenos similares y han llamado a investigar más el hecho. "No estamos prediciendo una mini edad de hielo. No sabemos qué realmente pasará. Lo que podemos predecir, por el momento, es el comportamiento del ciclo solar", dijo Hill. Sin embargo, el científico reconoce que hay estudios que indican que un ciclo solar de menor actividad solar podría bajar la temperatura global del planeta como mínimo en 0,3 grado.
Andrés Rivera, glaciólogo del Centro de Estudios Científicos de Valdivia (CECS), explica a La Tercera que todo dependerá de la duración e intensidad de esta disminución solar. "De prolongarse en el tiempo y aumentar en intensidad, el descenso de la actividad solar podría tener un efecto en las temperaturas atmosféricas globales".
Sin embargo, este fenómeno no ayudaría a compensar el calentamiento global, según algunos expertos. "No con las actuales tasas de calentamiento atmosférico, que son mucho más altas que los cambios generados por las oscilaciones observadas en la intensidad del Sol", dice Rivera.
De hecho, desde 2007, informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) han demostrado que la temperatura de la Tierra parece estar subiendo de forma independiente a la influencia solar. "Los cambios que produce el hombre en la atmósfera de la Tierra son cada vez más grandes que los cambios solares", explica a la Tercera Matt Penn, del National Optical Astronomy Observatory (NOAO), de Estados Unidos.
Por el momento, los científicos deberán esperar hasta 2021 -cuando empiece un nuevo ciclo solar-, para ver finalmente qué efectos tuvo la disminución de la actividad solar en el clima del mundo.
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