El nombre puede sonar irreverente, pero la intención que esconde es muy seria: proteger a los soldados de lesiones en el área pélvica, causadas por las explosiones de bombas que son colocadas por los insurgentes talibanes en los bordes de carreteras.
A todos los miembros de las tropas que partirán a Helmand se les han entregado cuatro calzoncillos antiexplosivos.
Lucen como shorts de ciclistas, pero están hechos de un material balístico especial compuesto de seda y fibras sintéticas, que -a pesar de ser ultra ligero- puede detener o mitigar los efectos de las pequeñas partículas de metralla y polvo que viajan a gran velocidad después de una explosión.
Aunque no hay cifras disponibles, muchos de los soldados heridos por bombas en Afganistán han sufrido lesiones graves en el área pélvica, debidas –en su mayoría- al creciente uso de las bombas de carretera que son activadas por las propias víctimas (el peso de un soldado o vehículo provoca la explosión).
Eso significa que mucha de la fuerza destructiva de la onda expansiva se dirige hacia arriba, directamente hacia la ingle y la parte superior de las piernas.
Examinando la protección
Unos 45.000 calzoncillos ya han sido entregados en Afganistán, junto a otros 15.000 que ya están listos para ser repartidos entre las tropas de despliegue. Se espera que a principios de 2011, el fabricante -ubicado en Irlanda del Norte- entregue un pedido realizado por 6 millones de libras (US$9.3 millones).
Una segunda "capa" de protección adicional al calzoncillo de combate, también distribuida a los soldados, viene en colores de camuflaje: luce como ropa interior abultada, se amarra en ambos lados y se utiliza encima de los pantalones.
Puede enrollarse y sujetarse a una correa en la parte de atrás de los pantalones, con dos agarraderas de velcro, y luego –cuando los soldados necesiten patrullar- puede extenderse hasta las piernas y engancharse a los lados para formar una bolsa de protección.
También existe un relleno para el interior de los sectores frontales y traseros que ofrece una capa adicional de protección.
El coronel Peter Rafferty, oficial involucrado en el proyecto, dijo que aquellos que investigaron y desarrollaron el equipo tuvieron que enfrentar muchos retos en la creación de una protección que permitiera a los soldados hacer su trabajo, sin restringir su movilidad.
"Estamos revisando constantemente todo aquello que podamos hacer para proteger a nuestras fuerzas. No nos detenemos y continuaremos haciendo todo aquello que podamos", dijo.
Cuando las fuerzas británicas se encuentran patrullando o están fuera de las principales bases en Afganistán, llevan chalecos antibalas para proteger áreas claves como el corazón, los pulmones, el hígado y los riñones, así como también un casco y unos lentes que protejan la cabeza y los ojos de cualquier explosión.
Sin embargo, arterias claves están ubicadas en el área de la ingle, que es propensa a la sudoración, por lo que la ropa interior a prueba de explosiones tuvo que ser hecha con materiales que permitieran que el sudor circulara, en lugar de añadir más incomodidad al ya caluroso verano afgano.
Alan Hepper, ingeniero que dirige el Laboratorio de Defensa de Ciencia y Tecnología, dice que muchos factores deben tomarse en cuenta en la creación de los materiales.
"La seda debe tejerse con fuerza, con una eficiencia balística muy alta. Puede parecer un material extravagante, pero en términos de protección balística es el mejor que hemos encontrado", afirma.
"La respuesta del personal médico que atiende a los heridos sugiere que la pieza marca una diferencia notable".
China y Japón utilizan materiales de seda para fabricar blindaje corporal desde hace al menos 1.000 años.
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