El apoyo al extremismo islámico ha tenido una significativa disminución desde los ataques terroristas contra Estados Unidos el 11-S. En el momento en que Osama bin Laden fue asesinado por los Seals de la Marina de EU en mayo, él y su red Al-Qaeda ya habían sido desacreditados en el mundo árabe y musulmán.
Sin embargo, con algunas excepciones, la imagen de Estados Unidos para el mundo musulmán sigue siendo terrible. ¿Cómo llegamos hasta aquí, que no es mejor de lo que estábamos antes del 11-S? En los días y semanas siguientes a los ataques del 11-S, el mundo estaba hombro con hombro con Estados Unidos que lamentaba sus pérdidas, enterraba a sus muertos y lidiaba con el mayor ataque terrorista jamás ocurrido en su territorio.
En aquellos primeros días, casi todos los países de todo el mundo se comprometieron a trabajar con Estados Unidos para combatir el terrorismo. Rápidamente, Washington encabezó una unión sin precedentes con las naciones para prevenir otro ataque mediante el intercambio de inteligencia, el endurecimiento de la seguridad aérea y la cooperación en la aplicación de la ley.
Pero esa buena voluntad fue rápidamente desperdiciada. Incluso antes del primer aniversario de los atentados, la imagen de Estados Unidos en todo el mundo comenzó a desplomarse con las referencias a la invasión de Iraq.
Mientras que sus aliados se quejaron de que Estados Unidos fue a Iraq sin su aprobación, las encuestas muestran que el mundo musulmán vio algo completamente diferente: que la guerra encabezada por Estados Unidos contra el terrorismo fue en realidad una guerra contra el Islam.
Andrew Kohut, del Centro de Investigación Pew, señala que incluso en los países musulmanes donde Estados Unidos eran bien considerado, como Turquía e Indonesia, la visión positiva sobre esa nación se redujo significativamente.
Las evidencia de abusos a detenidos en la prisión iraquí de Abu Ghraib en el centro de detención de Guantánamo de EU, junto con las políticas de EU que involucran el conflicto palestino-israelí, fomentó la percepción de que Estados Unidos estaba en guerra con el Islam, pese a las amplias campañas de diplomacia pública del Departamento de Estado para representar a la nación como un país donde los musulmanes no sólo gozan de libertad de culto, sino que formaban parte del tejido social estadounidense.
Jim Zogby, del Instituto Árabe de Estados Unidos, acuñó una frase que fue popular entre los árabes y los musulmanes acerca de la negativa imagen de EU en la región: "Son las políticas, estúpido".
La elección de Barack Obama brindó la oportunidad de reescribir la narrativa de EU. Obama no solamente ganó puntos simplemente por no ser George Bush, sino que los árabes y los musulmanes tenían la percepción de que Obama sería un tipo diferente de presidente, quien se ocuparía de las cuestiones importantes para ellos.
Para el resto del mundo, la promesa del presidente Obama de compromiso y el multilateralismo trajo los sentimientos de buena voluntad ausente durante los años de Bush. Incluso antes de que Obama asumiera el poder, las encuestas de Pew mostraban que el número de personas que tenían una opinión favorable de Estados Unidos había aumentado considerablemente.
Obama llevó esta buena voluntad más allá cuando, dos días después de su toma de posesión, nombró a George Mitchell como enviado especial para la paz en Medio Oriente y prometió resolver las largas décadas de conflicto palestino-israelí, una cuestión clave para los árabes y musulmanes, como una prioridad para su administración.
Él continuó con esa tónica mediante un discurso en El Cairo en 2009, prometiendo un compromiso y una mejor relación con el mundo árabe y musulmán basada en intereses y respeto mutuos. Incluso extendió su mano a Irán, ofreciendo la oportunidad de una mejor relación.
Dos semanas después del discurso de El Cairo, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, nombró a Farah Pandith como enviado a cargo de la atención para los musulmanes.
Centrándose en la participación popular y la juventud, Pandith se dispuso a crear lazos más fuertes a través del diálogo, la cooperación y la colaboración en la educación, la ciencia y la tecnología, y el espíritu empresarial. Pero a pesar del cambio en el tono, Obama no fue visto en la región como una persona capaz de cumplir las promesas tentadoras que hizo en El Cairo.
Marine Quemado |
Las esperanzas frustradas y las expectativas condujeron al escepticismo y a la opinión de que Obama no era tan diferente después de todo. Mientras que Obama es percibido en un mejor nivel que el presidente George W. Bush en países como Jordania y Egipto, ni él ni Estados Unidos son bien vistos en el mundo árabe y musulmán. La única excepción es Indonesia, donde el presidente Obama pasó un tiempo cuando era un niño.
El cambio radical en las actitudes hacia Estados Unidos en la región está todavía fuera de alcance. Obama había manejado las revoluciones que sacudieron a Túnez y Egipto de manera diferente, y por tanto podría haber recibido el impulso de la primavera árabe.
Evidentemente, este período muestra que la gran mayoría de la región eligió los valores democráticos sobre la ideología extremista popular en las postrimerías del 11-S y durante la invasión de Iraq. Sin embargo, Estados Unidos no fue percibido como un jugador en los cambios que envolvieron a la región.
Del mismo modo, la muerte de bin Laden no mejoró la imagen de Estados Unidos, especialmente en Pakistán, donde Washington se ha visto involucrado en una intensa cruzada por la suma de 1,500 millones. Más bien fue una experiencia personal pública de los musulmanes sobre el extremismo que formó su opinión de Al-Qaeda y los talibanes.
Al final, como Jim Zogby tan elocuentemente dijo, todo vuelve a la política. Andrew Kohut Pew está de acuerdo con ello. La diplomacia pública, la ayuda financiera y los discursos pueden ayudar a darle un bonito lustre a las políticas de EU, dijo.
La pregunta a responder ahora es ¿cómo es que la conducta de Estados Unidos en el mundo árabe y musulmán podrá lograr lo mejor para dar forma a la imagen de ese país en la región?
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