La pasión "tiene caducidad", pues se extiende entre cuatro y siete años, cuando se agota la atracción "bioquímica" entre las parejas, sostuvo una investigadora mexicana, que además dijo que actualmente el Cupido "es cibernético". En el proceso del enamoramiento se producen sustancias como las endorfinas y las encefalinas, las cuales producen los mismos efectos que los analgésicos derivados del opio, explicó Gilda Flores, académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Pero el Cupido del Siglo XXI, añadió, "es cibernético", y naturalmente las relaciones que comienzan a través de Internet no se basan en la "etapa biológica". La especialista del Departamento de Ciencias Biológicas de la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM, señala que el cambio por la incorporación de la informática a las rutinas diarias y su uso en las relaciones personales crea situaciones y fenómenos que aún están por verificarse, pues Flores recordó que el enamoramiento es un fenómeno humano con bases biológicas y no tiene relación con el corazón: "Ese es el mito romántico de los trovadores del siglo XII".
La académica explicó que los sentidos son la puerta de acceso al sentimiento del amor "y una vez adentro, comienza una guerra química, hormonal y eléctrica; toda una alquimia corporal". En lugar de lanzar flechas, el "cupido moderno" envía feromonas, secreciones de axilas y entrepiernas, causantes de ese olor característico que, de manera romántica, se denomina aroma. "Este proceso originalmente fue conocido como el sexto sentido en las mujeres; sin embargo, ahora se sabe que se basa en lo que los científicos llaman 'la fórmula de Cupido'", explicó la académica Gilda Flores.
Las sustancias químicas son detectadas por una zona en la nariz denominada órgano vomeronasal, añadió la especialista, que explicó que en esta etapa de inmediato "se dispara una señal eléctrica al cerebro, que llega directamente al tálamo, núcleo que participa en dos grupos de sensaciones: discriminativas y afectivas". Ahí empieza el metabolismo bioquímico y el cerebro libera neurotransmisores, como feniletilamina, "directora de orquesta de sustancias liberadas en cascada, que comparten el impulso genético de la reproducción".
Una vez que inunda el cerebro, "aparecen la dopamina, la norepinefrina y la serotonina, y continúa hasta la oxitocina", detalló. La dopamina, explicó, se encarga de generar un estado de felicidad; la norepinefrina provoca la sensación de mariposas en el estómago y la dilatación de pupilas; la serotonina produce exaltación y euforia, en tanto la oxitocina "se relaciona con los patrones sexuales, la conducta maternal y paternal". La especialista indicó que "si realizáramos una resonancia magnética del cerebro de una persona durante la primera oleada de amor, observaríamos zonas bloqueadas como la del habla, la de la visión periférica y la del oído. No escuchamos bien, no vemos bien, no hablamos ni caminamos bien".
Dijo que otras sustancias que se producen durante el enamoramiento son "las endorfinas y las encefalinas, neurotransmisores opioides que se originan en el sistema nervioso central como moduladores del dolor, temperatura corporal, hambre y funciones reproductivas". Estas "crean los mismos efectos que los analgésicos derivados del opio. Brindan tranquilidad biológica interna, y hacen sentir unas ganas enormes de reír. No podemos ocultar el amor", concluyó.
Pero el Cupido del Siglo XXI, añadió, "es cibernético", y naturalmente las relaciones que comienzan a través de Internet no se basan en la "etapa biológica". La especialista del Departamento de Ciencias Biológicas de la Facultad de Estudios Superiores de la UNAM, señala que el cambio por la incorporación de la informática a las rutinas diarias y su uso en las relaciones personales crea situaciones y fenómenos que aún están por verificarse, pues Flores recordó que el enamoramiento es un fenómeno humano con bases biológicas y no tiene relación con el corazón: "Ese es el mito romántico de los trovadores del siglo XII".
La académica explicó que los sentidos son la puerta de acceso al sentimiento del amor "y una vez adentro, comienza una guerra química, hormonal y eléctrica; toda una alquimia corporal". En lugar de lanzar flechas, el "cupido moderno" envía feromonas, secreciones de axilas y entrepiernas, causantes de ese olor característico que, de manera romántica, se denomina aroma. "Este proceso originalmente fue conocido como el sexto sentido en las mujeres; sin embargo, ahora se sabe que se basa en lo que los científicos llaman 'la fórmula de Cupido'", explicó la académica Gilda Flores.
Las sustancias químicas son detectadas por una zona en la nariz denominada órgano vomeronasal, añadió la especialista, que explicó que en esta etapa de inmediato "se dispara una señal eléctrica al cerebro, que llega directamente al tálamo, núcleo que participa en dos grupos de sensaciones: discriminativas y afectivas". Ahí empieza el metabolismo bioquímico y el cerebro libera neurotransmisores, como feniletilamina, "directora de orquesta de sustancias liberadas en cascada, que comparten el impulso genético de la reproducción".
Una vez que inunda el cerebro, "aparecen la dopamina, la norepinefrina y la serotonina, y continúa hasta la oxitocina", detalló. La dopamina, explicó, se encarga de generar un estado de felicidad; la norepinefrina provoca la sensación de mariposas en el estómago y la dilatación de pupilas; la serotonina produce exaltación y euforia, en tanto la oxitocina "se relaciona con los patrones sexuales, la conducta maternal y paternal". La especialista indicó que "si realizáramos una resonancia magnética del cerebro de una persona durante la primera oleada de amor, observaríamos zonas bloqueadas como la del habla, la de la visión periférica y la del oído. No escuchamos bien, no vemos bien, no hablamos ni caminamos bien".
Dijo que otras sustancias que se producen durante el enamoramiento son "las endorfinas y las encefalinas, neurotransmisores opioides que se originan en el sistema nervioso central como moduladores del dolor, temperatura corporal, hambre y funciones reproductivas". Estas "crean los mismos efectos que los analgésicos derivados del opio. Brindan tranquilidad biológica interna, y hacen sentir unas ganas enormes de reír. No podemos ocultar el amor", concluyó.
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