Kevin Spacey ha vuelto a entrar en el juego de los rumores gay después de un par de años de tranquilidad en los que a nadie le importó si era o no homosexual. Y este es un juego que John Travolta, a pesar de su largo matrimonio con Kelly Preston, conoce bien.
Si no son los tabloides publicando fotos de él besando a otro hombre, o los recientes rumores de que el actor disfruta de tener sexo en saunas públicas. Siempre está en la mira de los medios que buscan indagar en sus pecados sexuales.
Spacey acaba de enfrascarse en un polémico debate con un periodista abiertamente homosexual que lo encaró en medio de una entrevista para preguntarle porqué no asumía su homosexualidad. Para salir de la situación, Spacey se apegó a su derecho a la intimidad.
Pero ¿Dónde quedó el derecho por ejemplo, de Travolta cuando Carrie Fisher le dijo a la publicaciónThe Advocate que John era gay?
La reacción de Travolta fue simplemente quedarse mudo. Su representante afirmó que no discutirá la vida privada del actor y que no emitirán comentarios al respecto.También negó la posibilidad de una demanda. Pero en el círculo privado de John, se dice que está realmente muy furioso. Y con razón
Queremos aclarar dos cosas: No creemos en eso de “sacar del closet” a la gente. Y cuando eres una figura pública lo mejor es declararte bisexual.
Cuando alguien se satisface sexualmente en público, de alguna manera estableces que ese acto no es privado. Entonces cuando a Kevin Spacey lo roban a las 4 am en un parque en Londres (aunque luego haya decidido cambiar su explicación inicial) uno tiene que preguntarse ¿Qué hacía en un parque a las 4 de la mañana?
Quizás sólo es un buen samaritano y estaba buscando algún vago a quien ayudar en el medio de la noche, no lo sabemos.
Pero como sea, estos chicos deben ser un poco más discretos acerca de esos aspectos íntimos que no quieren comentar, o no molestarse cuando la prensa les pregunte al respecto. Hollywood es un ambiente complejo, pero Kev y John saben lo que hacen, llevan toda una vida en el negocio.
Y cualquier mal pensado, de esos que sobran, podría pensar que disfrutan un poco la atención.
O tal vez no.
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