Cifras: según estimaciones de sus organizadores, cerca de 70 mil personas se totalizarían al final de la jornada, lo que lo convierte en el concierto más multitudinario de 2010 en el país (aventajando a Metallica y Bon Jovi, ambos con 55 mil fans).
Imágenes: poleras de Andrés Calamaro mezclados con los ya tradicionales Juanitos, la mascota porcina de Chancho en Piedra, o camisetas de la selección chilena en competencia con algunas de los insignes del fútbol argentino, como Rosario Central o Independiente, denotando que también hubo público que llegó desde el otro lado de la cordillera.
Una masa de edad transversal y que, casi sin excepción, aplaudió con reverencia cada uno de los números Además, muchos llegaron con lienzos de homenaje a Gustavo Cerati, el gran ausente de la cita. Una suerte de fantasma que merodeó toda la tarde y que se hizo carne e imagen pasada las 21 horas, entre Fito Páez y el de Los Tres: un video que el ex Soda Stereo grabó un par de días después del terremoto del 27 de febrero, y que tuvo escasa difusión en los medios, se emitió por las pantallas.
"De aquí de Buenos Aires les digo: cuenten conmigo para lo que sea", cerraba el registro, en un auténtico desafío al corazón y en un pase directo al nudo en la garganta. Luego, un collage de imágenes de distinta gente mostrando el cartel Fuerza Cerati, con el tema Zoom de fondo, coronó uno de los capítulos más emotivos de la velada. Antes, Chancho en Piedra se aventuró con un trozo de Cuando pase el temblor, mientras que Luis Alberto Spinetta hizo lo propio con Té para tres e introdujo: "Esto es para alguien que estaría acá si no fuera por el momento que está pasando. Un saludo para Gustavito Cerati".
Pero si la jornada fue generosa en emociones, también lo fue en instantes para la historia: hace mucho que una cita realizada en Santiago no reunía un tonelaje tan sorprendente de historia musical. Y desde un principio: Los Bunkers subieron al escenario a Adrián Dargelos, voz de Babasónicos, para interpretar Llueve sobre la ciudad, en una verdadera alianza de nombres que han renovado y le han dado categoría internacional al pop del cono sur durante el nuevo siglo. Gustavo Cordera mostró su mezcla de pachanga incendiaria y cumbia con discurso social mientras el espectáculo apenas comenzaba; Lucybell se largó con un show solo regular; y el set femenino juntó a Fabiana Cantilo, Nicole, Denisse Malebrán y Javiera Parra, por separadas y también para despachar Buscando un símbolo de paz, de Charly García.
Babasónicos ofreció un recital impecable, demostrando que siguen siendo uno de los números más intensos del vecindario, mientras que con Chancho en Piedra vino el primer estallido de la tarde, sobre todo en el sector cancha, donde los saltos y el bullicio arrojaron una postal única. Punto para la cancha: fue un sector que quedó demasiado apartado del escenario, por lo que la visión era casi un desafío para los más hábiles.
Con hits como Edén y Almacén, el cuarteto arrasó y hasta se guardó una de las sorpresas del día: invitó a escena a la facción chilena de Quilapayún para interpretar el tramo final de laCantata de Santa María de Iquique, con una adecuada presentación del cantante Lalo Ibeas, que remitió a errores históricos y presentes: "Hablamos de chilean way, pero si hiciéramos bien las cosas, no pasaría lo que nos pasa".
Tras ellos, León Gieco continuó el tono social con la emblemática Solo le pido a Dios, para luego subir al multipremiado productor argentino Gustavo Santaolalla. Fue el mismo Gieco quien presentó a Joe Vasconcellos, que encendió la tarde con Mágico y cantó junto a Bahiano, ex voz de Los Pericos. Un carnaval que sirvió para prender al público cuando el clima se portaba como niña engreída y convertía una tarde de diciembre en casi una fría jornada otoñal. El reverso lo marcó Beto Cuevas, músico que, aunque correcto y con un profesionalismo a toda prueba, no logró encender a la gente y timbra una vez más esa suerte de fricción con la popularidad que marcó la relación entre Chile y La Ley.
Pero el momento estelar estaba reservado para los más legendarios. Mientras, Spinetta fue contemplado con solemnidad en un set que incluyó temas como Durazno sangrando, Fito Páez estiró su energía habitual con hits hechos para el agite de manos y poleras (Circo Beat, A rodar la vida).
Justo ahí la lluvia llegó como el más incómodo de los invitados. Una leve llovizna recibida con el ceño fruncido, pero que marcó casi un contraste con la aparición de Los Tres: hace años que no se apreciaba un show tan sólido de los penquistas, acostumbrados en el último tiempo a despachar canciones con piloto automático.
Charly García, uno de los nombres más esperados de la jornada, batalló contra el otro costado: su show tuvo los problemas más graves de sonido en el día y, a momentos, su voz casi no se escuchó. "Sonidista te voy a matar", dijo en Nos siguen pegando abajo, mientras alegaba para todos lados y la lluvia caía inclemente en la elipse. La tónica se mantuvo en El rap de las hormigas, Rezo por vos y Yendo de la cama al living. El trío chileno que lo secunda mantiene una fiereza eléctrica a toda prueba, pero no logra maquillar ni los tropiezos en el sonido ni la voz desgastada del hombre del bigote bicolor. Al bajar del escenario
Como si se tratara de un evento en pleno corazón de los 80, el padre del rock argentino dio pasó a uno de los mentores del rock local. Y así lo tomó Jorge González, que saltó a escena para mostrar la totalidad del debut de Los Prisioneros, La voz de los 80. "Cuando grabé este disco las posibilidades de mostrarlo eran otras. Pero ahora me telonea Charly, ¿qué tal?", dijo el cantante mientras interpretaba Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos o Paramar. Más duro fue cuando lanzó dardos contra Sebastián Piñera, mientras cantaba No necesitamos banderas.Básicamemte lo trató de "ladrón", al igual que a Edwards y Luksic.
Fue el punto polémico de un evento que tuvo una organización impecable, con horarios correctos y la ordenada aparición de los músicos -el gran temor de los mentores del evento-. Con dos escenarios que permitían la rotación sin interrupciones, los números iniciales adelantaron un par de minutos su salida para evitar que el festival rematara en la madrugada. "Todo ha salido según lo programado y algunos shows se adelantaron solo para que nada se atrasara", comentaba el mentor de la cita, Juan Andrés Ossandón, en una jornada donde la historia fue invitada y protagonista.
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