El filme que narra una invasión alienígena en México, hizo sus efectos con dos notebooks y ha sido comparada con Sector 9 y La carretera.
Ya es habitual que todos los años, una película de terror o ciencia ficción de bajo presupuesto asombre a la industria con ideas frescas que rápidamente son asimiladas por Hollywood. Si anteriormente ese honor ha correspondido a Moon o Sector 9, ahora es el turno de Monsters.
Esta cinta, dirigida por Gareth Edwards, diseñador inglés en efectos especiales, tuvo sus primeras exhibiciones en el Cannes Film Market de este año, y los pocos que la vieron corrieron la voz de que se trataba de un título que daría que hablar. Los rumores que corrieron por internet daban cuenta de que se trataba de una producción de apenas U$15.000, que retomaba el explotado tema de las invasiones extraterrestres pero cuyo mérito es que se centra en una historia de corte intimista más que en los efectos o escenas espectaculares.
"Habrán obvias comparaciones con Sector 9 y ecos de Jurassic Park", explicó el director Edwards a New York Times, "pero la película no es realmente acerca de grandes efectos especiales o de los clichés del género de horror. La cinta se centra en dos personajes y sus experiencias en un nuevo mundo de terror", cuenta.
La crítica ha alabado que se trata de una especie de road movie de dos personajes, un cínico fotógrafo (Scoot McNairy) y la hija de un editor (Whitney Able), quienes deben enfrentarse a este mundo mientras desarrollan una fuerte atracción sexual. Y aunque el director Edwards no lo asuma abiertamente, el tema de su método de producción sí le ha ayudado a posicionarla.
Pese a que el costo total de la cinta alcanza a cerca de U$500.000, Monsters está hecha básicamente con dos computadores portátiles, donados por Intel. En uno trabajó el editor de la cinta, mientras que en el otro el director Edwards creó los 250 efectos visuales. Edwards realizó la post producción en su casa con una serie de programas y con tomas de animales marinos de las profundidades, a los que los animó con el software 3ds Max para simular a los gigantescos aliens en forma de calamares. El director mezcló estas tomas de efectos con rodaje de acción en vivo en zonas semiurbanas de México y Texas, lo que en total demoró cerca de tres meses.
El filme se hizo la fama en festivales de corte fantástico como el Berlin Fantasy Filmfest o el prestigioso certamen de Sitges, donde fue considerada una de las mejores cintas vistas en el programa, y donde se le definió como una mezcla a medio camino entre Sector 9, Cloverfield y La carretera. La historia narra un presente apocalíptico luego de que hace seis años atrás una sonda espacial de la Nasa que recogía muestras de vida extraterrestre se estrelló en México, dejando crecer formas de vida agresivas que obligaron a establecer la cuarentena en el país, por lo que EEUU construye un muro para separarse del resto de América. Los personajes centrales se encuentran en México buscando la forma de regresar a EEUU, y deben cruzar este territorio hostil.
La cinta no ha tardado en sacar aplausos entre la crítica y el periodismo especializado, siendo catalogada como una "increíble filme de ciencia ficción de bajo presupuesto que es uno de los mejores filmes indies del año", como describió imoviecritic.com. Pese a mantenerse en los márgenes de la exhibición masiva (la cinta se estrenó en EEUU el pasado 29 de octubre con pocas copias), ha llamado la atención tanto que ya se anunció que la próxima cinta de Edwards será producida por Timur Bekmambetov (el inquieto director de Se busca), con un presupuesto mayor aunque sin traicionar su filosofía: "los efectos especiales representan la visión singular del cineasta. El término imágenes generadas por computador sugiere que las computadoras realizan los efectos, pero son siempre las personas. Por eso es bueno", remató.
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