lunes, octubre 24, 2011

EL NUEVO Y MAL EXPERIMENTO DE TVN


Nicolás Quesille, el ex productor estrella de los realities, es un personaje especial en TVN. Pese a sus últimas caídas -“El Juego del Miedo” y el irregular “Pelotón”-, los ejecutivos lo consideran un genio. Recordemos: hace algo más de un año, una pelea a los golpes con su mujer, Yasmín Valdés, terminó en una comisaría. El hecho, que podría haber sido protagonista de los programas de farándula al menos por una semana, se diluyó en el acto. Llamados telefónicos le bajaron el perfil y nunca más se habló de ese conflicto.
Ese respaldo a Quesille tuvo su eco hace unos días. TVN, el canal de todos los chilenos, promocionó su nuevo reality show –obra de Quesille- como su gran apuesta programática de fin de año. ¿Cuál era la novedad? Transmitir por primera vez y sin cortes, las 24 horas sobre el encierro de unos muchachos que compiten por ser más talentosos que los otros.




A la luz de sus primeros capítulos, el experimento -curiosamente, el mismo nombre del espacio- resulta otro de los fiascos de esta temporada en TVN. Si la gracia era saber los movimientos, peleas, competencias o ambiciones de los participantes a todo momento, los telespectadores no hemos entendido que es lo que se quiere ofrecer.


Desordenado y con escaso rigor, “El Experimento” es una sucesión de imágenes sin unidad. Unos constantes flashazos en que los protagonistas hablan de cualquier cosa y de nada a la vez. Esta imprecisión, además, se acentúa con la pareja de conductores. Sebastián Jiménez, apodado Lindorfo, es una mezcla exótica: usa el mismo corte de pelo de Rafael Araneda, cuenta con la frescura de Jean Philippe Cretton y la empatía de Mario Mauriziano. Y lo peor: no aporta nada que lo distinga.
El caso de Isabel Fernández, en tanto, es atípico. Alguien en TVN le tiene mucho cariño. La reclutaron para la primera temporada de  “Pelotón”, fue una de las primeras eliminadas y desapareció. Hasta ahora. Y aunque lo hace mejor que Jiménez, tampoco genera cercanía con la gente.

Más allá de las debilidades del programa, el problema de TVN es más profundo. Durante el año es el último en sintonía y cada nuevo proyecto resulta más lamentable que el anterior. No se sabe si es falta de exhaustividad o desconocimiento televisivo de los ejecutivos.
Lo que es seguro es que, con espacios como “El Experimento”, su crisis se agudiza. Otra decepción mayúscula  en un año que ese canal –a todo nivel- quiere borrar del calendario.

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