Entró en pánico. El trance del director del matinalBuenos Días a Todos comenzó cuando un periodista le avisó por teléfono que el avión donde viajaba Felipe Camiroaga, el notero Roberto Bruce y otros tres integrantes de su equipo se había estrellado en Juan Fernández. Esa tarde del viernes pasado, Mauricio Correa partió inmediatamente a TVN, comenzando días de desesperación, dolor y la responsabilidad de superar su propio desamparo para mantener a su equipo unido.
El primer día Correa se quedó en la estación pública hasta las cuatro de la mañana. Instalado en una sala de reuniones, recibía a los otros miembros del equipo, que iban apareciendo ante la alarma. "Estuvimos ayudándonos y consolándonos entre nosotros, sin entender lo que pasaba", dice un integrante del matinal.
Tras muy pocas, o casi ninguna hora de sueño, el sábado el director volvió a primera hora a la señal estatal. Ya contaba con apoyo sicológico y logístico, pero se veía desconsolado. En la misa que se hizo en TVN lloraba y con cada abrazo, apretado y sentido, de los muchos que dio, aumentaba su dolor. "¡No sé que vamos a hacer sin él!", decía en ese momento ante la desaparición de Camiroaga.
Sin embargo, el director se las arregló para homenajear al fallecido conductor y todo el equipo que volaba en el avión, enviar mensajes de agradecimiento y apoyo al proyecto de televisión pública que él y Camiroaga defendían.
Correa estuvo en los servicios religiosos, llegó hasta el Grupo 10 para apoyar a los familiares que esperaban el rescate de cuerpos y participaba en improvisadas reuniones de trabajo. Durante las maratónicas jornadas del fin de semana, personal del casino de TVN les llevaban comida a la oficina y al director lo acompañaron su esposa e hijos, como comenta un miembro del Buenos Días a Todos. "Mauricio ha tratado de mantenerse firme aunque, como es lógico, se quiebra en algunos momentos, porque es como él mismo lo dijo: 'Este es un curso, donde cinco de nuestros compañeros murieron'", señala esta fuente.
Sólo el lunes Correa retomó su labores más o menos normales, con la salida al aire del Buenos Días a Todos. El martes visitó a la familia de Camiroaga, donde se encontró con el director de televisión Bibiano Castelló, otro gran amigo del malogrado rostro del matinal. Entonces, por primera vez tuvo un mínimo momento de relajo. Como él mismo contó en pantalla, con Castelló decidieron tomarse unas copas de vino.
Invitaron a sus esposas y hablaron de sólo una pequeña parte de tantos recuerdos que guardan sobre su gran amigo.
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