El ex agente secreto de la DINA, Enrique Arancibia Clavel, quien fue condenado por el asesinato en 1974 del general Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert en Buenos Aires, falleció este jueves en la capital trasandina.
Según informó Infobae, su cuerpo fue encontrado en pleno centro de esa ciudad por personal de la 3ª. Comisaría.
Según informó Infobae, su cuerpo fue encontrado en pleno centro de esa ciudad por personal de la 3ª. Comisaría.
El ex agente de inteligencia -que gozaba de libertad condicional- presentaba lesiones de arma blanca según las primeras informaciones, por lo que no se descarta que haya sido un homicidio.
Enrique Arancibia Clavel se hizo cadete de la Escuela Militar, para luego estudiar ingeniería, aunque sus cercanos aseguran que nunca ejerció debido la contingencia política.
Tras la llegada al poder de Salvador Allende, su vida se transformó a comienzos de los años 70 y comenzó a participar en un movimiento derechista. Si bien está sindicado como ex integrante de Patria y Libertad, su familia lo niega.
Llegó a Argentina en 1971, prófugo de la justicia militar por un proceso pendiente en su contra por infracción a la Ley de Seguridad del Estado, pues se le acusaba de haber puesto artefactos explosivos después de la elección de Allende.
En Buenos Aires y después del golpe militar, según antecedentes del proceso que se le siguió en su contra en ese país por el crimen del general Prats, comenzó a trabajar para la Dina mientras era el representante del Banco del Estado. En su calidad de agente, utilizaba el alias de Luis Felipe Alemparte.
En el crimen de Prats se le acusó de ser quien efectuó las actividades preoperativas al atentado, como entregar información sobre los desplazamientos del general y de haber sido parte de una asociación ilícita que actuó en Argentina con los fines de exterminar al ex comandante en jefe del Ejército.
En 1978, en pleno conflicto Chile-Argentina, fue acusado de espionaje junto a otras cinco personas, pero tras la mediación del Papa por el Canal Beagle, fue indultado en los '80. De ahí para adelante, la vida de Arancibia se normalizó.
Enrique Arancibia Clavel se hizo cadete de la Escuela Militar, para luego estudiar ingeniería, aunque sus cercanos aseguran que nunca ejerció debido la contingencia política.
Tras la llegada al poder de Salvador Allende, su vida se transformó a comienzos de los años 70 y comenzó a participar en un movimiento derechista. Si bien está sindicado como ex integrante de Patria y Libertad, su familia lo niega.
Llegó a Argentina en 1971, prófugo de la justicia militar por un proceso pendiente en su contra por infracción a la Ley de Seguridad del Estado, pues se le acusaba de haber puesto artefactos explosivos después de la elección de Allende.
En Buenos Aires y después del golpe militar, según antecedentes del proceso que se le siguió en su contra en ese país por el crimen del general Prats, comenzó a trabajar para la Dina mientras era el representante del Banco del Estado. En su calidad de agente, utilizaba el alias de Luis Felipe Alemparte.
En el crimen de Prats se le acusó de ser quien efectuó las actividades preoperativas al atentado, como entregar información sobre los desplazamientos del general y de haber sido parte de una asociación ilícita que actuó en Argentina con los fines de exterminar al ex comandante en jefe del Ejército.
En 1978, en pleno conflicto Chile-Argentina, fue acusado de espionaje junto a otras cinco personas, pero tras la mediación del Papa por el Canal Beagle, fue indultado en los '80. De ahí para adelante, la vida de Arancibia se normalizó.
No sólo obtuvo la nacionalidad y por tanto el derecho a voto, sino que llegó, como todo el mundo, a tener cuenta corriente, un departamento y armó una empresa de arreglos de oficinas en Buenos Aires.
Sin embargo, el 22 de enero de 1996 la jueza Servini de Cubría ordenó su detención. La decisión de encarcelarlo fue anunciada por el propio ex presidente Carlos Menem, quien, junto con recibir al poco tiempo públicamente a las hermanas Prats, daba así una potente señal política de que el juicio continuaría hasta el final.
Ese hecho cambió el curso del proceso, porque la investigación del caso se reactivó y comenzaron los primeros indicios de que este proceso judicial empezaría a ser un dolor de cabeza para el gobierno chileno, tal cual lo fue la causa de Orlando Letelier en 1995.
Finalmente, fue condenado a cadena perpetua en 2004, a la vez que otro tribunal argentino lo encontró culpable del secuestro de dos mujeres chilenas en Buenos Aires.
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