Madrid- Entre lágrimas y con la emoción a flor de piel, el español Carlos Moyá, ex número uno del mundo, confirmó hoy en Madrid su retiro definitivo del tenis profesional, del que estaba apartado desde hacía meses por problemas físicos.
"Es un secreto a voces... Ese día ha llegado", dijo el tenista de 34 años, que dirá adiós en España en el Masters Nacional en Sevilla, del 9 al 11 diciembre, y se despedirá días después en Buenos Aires jugando la Copa Argentina.
"No me quiero imaginar ese momento en el que juegue mi último partido en Buenos Aires... Va a ser tremendo", dijo a dpa Moyá tras una concurrido rueda de prensa en Madrid en la que habló con el corazón en la mano: "Es cierto que soy joven para la vida, pero para el deporte estoy un poco mayorcito ya".
El jugador tuvo espectadores de lujo en su despedida, entre ellos ex jugadores como Manolo Santana, Albert Costa o Carlos Costa, así como el presidente de la Federación Española de Tenis, José Luis Escañuela.
Dueño de una derecha temible, Moyá ocupa esta semana el puesto 511 del ranking, un casillero impropio para su tenis.
La culpa es de las lesiones, que en los últimos años se cebaron con su imponente metro y noventa de altura.
Jugar se volvió en los últimos tiempos toda una ceremonia de dolor para el español, que en su último partido, en mayo en Madrid, cayó 6-0 y 6-2 en primera ronda ante el alemán Benjamin Becker.
"Ese partido no era precisamente el que había soñado", admitió hoy.
Más allá de los problemas físicos, la actriz Carolina Cerezuela, y sobre todo Carla, nacida el 18 de agosto, tienen buena parte de responsabilidad en que Moyá se haya decidido a dar por fin el paso que cualquier deportiste teme y posterga: el adiós a la actividad que trajo el éxito, la fama y el dinero.
"Quiero una retirada digna", había dicho ya en abril de 2009 al decidir operarse de sus problemas de cadera, derivados de una artrosis en el metatarso del pie derecho que sufre desde los 20 años.
"Quería volver a intentarlo... El resumen es que la cosa no salió muy bien. Tuve efectos colaterales en el pie, otro tipo de lesiones. Intenté seguir, visité innumerables médicos".
Pese a que el retiro no llegó por la vía que Moyá y su carrera merecían -entre 2009 y 2010 jugó apenas diez torneos y 15 partidos, de los cuales sólo ganó cinco-, el español prefirió destacar hoy el lado luminoso de su carrera.
"Jugué 15 años, tampoco me considero un tenista especialmente perjudicado por las lesiones. Muchos de los que se retiran y parece que lo hacen por desgaste mental, en realidad no pueden más físicamente".
Moyá se emocionó al recordar la victoria de 2004 en Sevilla en la final de la Copa Davis, un éxito que fue su obsesión desde que en 2000 vio desde afuera cómo sus colegas ganaban el trofeo por primera vez para España.
Pero el momento que más lo hace vibrar, el instante en el que se sintió más pleno y feliz como tenista, fue enero de 1997, cuando se llevó por delante a Boris Becker y Michael Chang para escalar hasta la final del Abierto de Australia, en la que sólo un Pete Sampras en sus mejores años pudo frenarlo.
"Siempre he pensado que se disfruta más el camino que la meta. Me fui de Mallorca en enero de 1997 con unos pocos colegas que me conocían y volví con una multitud esperándome en el aeropuerto. Esperándome a mí...! Aquello fue increíble, era como soñar despierto".
Moyá ganó su primer título a fines de 1995, en Buenos Aires. Pero el mayor hito en la carrera del español, ganador de 20 torneos, fue el triunfo sobre su amigo y compatriota Alex Corretja en la final de Roland Garros 98.
También las dos semanas de marzo de 1999 en las que fue número uno del mundo, una posición inédita hasta entonces para los españoles en la era profesional.
"Mis éxitos son del siglo pasado", destacó lanzando una carcajada un Moyá que en el final le hizo un guiño a su propia historia.
"Hasta luego, Lucas", dijo el español, apelando a la misma insólita frase con que cerró la ceremonia de premiación de aquel Abierto de Australia hace casi 14 años.
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