viernes, noviembre 12, 2010

Black Eyed Peas trajo su pop global a Santiago

Un público más bien familiar copó la capacidad del Bicentenario de La Florida en el segundo desembarco en Chile del cuarteto.
Alguien debería advertirlo con la compra de la entrada: que estos cuatro tienen una ambición global, planes de dominar el mundo y la pretensión insólita de que su música se escuche por los cuatro rincones del planeta. 
Por eso bajan de naves espaciales y visten trajes futuristas y repiten mensajes del tipo "escucha Santiago" una y otra vez. Como si fueran invasores, conquistadores interestelares o una gente muy decidida a lavar el cerebro con su pop universal y contagioso como pocos en la actualidad. El concepto de Black Eyed Peas está claro y su directo no es más que la confirmación cara a cara de un grupo que hoy se puede dar el lujo de hacer lo que quiera, básicamente, porque no hay otro grupo más famoso que ellos.


El cuarteto de Los Angeles debutó en Chile en noviembre de 2006 y lo que mostraron esa vez fue un show correcto, con Fergie como absoluta protagonista y que estuvo a la altura de las expectativas de la época.
Pero lo visto anoche fue algo muy distinto, un espectáculo mucho más depurado y con más presupuesto. La banda, que completan Taboo, will.i.am y apl.de.ap, no sólo ha ganado en hits radiales (por lo pronto, tienen la canción más tocada de los últimos años, I gotta feeling), también ha mejorado su puesta en escena, el relato y los tiempos de su show y la comunicación con el público. Pero lo mejor, el verdadero plus, es que cada uno de ellos ya es un personaje con personalidad propia. Como si fueran superhéroes, los cuatro fantásticos con poderes y habilidades individuales.



Momentos personales
El concierto partió con 20 minutos de retraso, según lo previsto (el recital estaba fijado para las 21 horas), pero muy rápido se echaron el público al bolsillo: Let's get it startedRock that body yDon't phunk with my heart fueron las primeras canciones de un espectáculo que sorprendió a un público más bien familiar, por sus recursos visuales.




La banda de acompañamiento estaba en las alturas sobre una tarima y las pantallas copaban el escenario con diseños prefijados para cada canción. También hubo mucho cambio de vestuario y segmentos dedicados a cada uno de los integrantes, con presentaciones de video juego y la lógica, ya está dicho, de cada uno de ellos es imprescindible en el equipo.


Sin embargo, queda claro que el cerebro, que el hombre de las ideas, es will.i.am, uno que se tomó a pecho lo del concepto futurista y que, hacia la medianía de un show que bordeó las dos horas de duración, apareció vestido como un robot para pinchar discos con guiños a temas de Guns N' Roses, Kings Of Leon, Eurythmics y Red Hot Chili Peppers.


Fergie, por cierto, también tuvo su minuto de gloria con los temas de su disco en solitario (FergaliciousBig girls don't cry Glamorous) y al despedir su segmento se escuchaban nítidos los coros de las niñas que la ven como una heroína de película y los caballeros que la aprecian como sex symbol. Pero se nota que ya saben que son más fuertes cuando están juntos y mucho más hoy, que tienen nuevas canciones que mostrar -como Imma beMeet me halfway y la infalibleI gotta feeling- para insistir en sus planes de dominación global. Algo que, por lo menos en Chile, lograron holgadamente.

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