martes, noviembre 02, 2010

Los smartphones destronaron a los peluches

Los más chicos pueden pasar horas pegados a la pantalla de un celular, pintando libros de cuentos y tocando instrumentos.  
Guadalupe todavía no cumple tres años y ya sabe cómo usar el iPhone de su mamá. No necesita ayuda para tomar el teléfono, buscar aplicaciones y empezar a jugar. Pintar libros con el programa Touch 'N' Color, tocar música con Baby Piano y reventar globos junto a la ardilla Chippy son sus favoritas.




"A los dos años ya hacía un memorice en dos minutos", cuenta Claudia Iglesias, su mamá. "Ahora, si le pasas el mismo memorice en un juego de cartón, no le interesa".
Claudia reconoce que aplicación para guagua que ve, la baja. Y si bien antes para que sus hijos no se aburrieran cuando iban al doctor o a la casa de un tío les llevaba juguetes, ahora sólo le basta el teléfono.
Hoy son muchos los niños que prefieren los juegos virtuales.
Carlitos, de un año y ocho meses, al menor descuido de su papá toma su teléfono. "Poco a poco él solo se fue dando cuenta de cómo poner música, revisar fotos, acercarlas y alejarlas", dice Carlos Verdugo, su padre.
"El celular en general es un elemento atractivo para los niños, ya que es un medio de entretención y de exploración", dice Alejandra San Juan, psicóloga especialista en tecnologías educativas de la UNAB.


Existe un debate a nivel global acerca de las consecuencias de la exposición a los celulares. Francia, Israel, Bélgica y Alemania son algunos de los países que han limitado su uso para los más chicos.
Según San Juan, todos los excesos son malos, pero "no debería tener efectos negativos si está controlado y supervisado por los papás. Bien usados, pueden ser una estimulación cognitiva y sensorial muy interesante".
Marcos Manríquez, neurólogo infantil de la Clínica Alemana, recomienda que los niños no usen el celular. "Ellos son mucho más sensibles a cualquier radiación, ya que durante los primeros años el cerebro está en un proceso de muchos cambios", dice el médico.
"Es difícil que un juego tradicional, sin tantos estímulos y que dependa de la interacción e imaginación del niño, sea más atractivo para él que estos otros con luces, teclas y sonidos", explica Manríquez. Pero los niños que pasan muchas horas jugando con el celular se pierden otro tipo de actividades, las que tienen que ver con relacionarse con otros, finaliza.

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