BERLÍN. - El portero del Werder Bremen, Tim Wiese, se ha tatuado un desnudo de su mujer. Los diseñadores Umit Benan y Alistair Carr siguen en su piel una especie de diario, y son muchos quienes también se graban con tinta las iniciales de sus padres o las fechas de nacimiento de sus hijos.
Lo que antaño era señal de rebeldía se convirtió en el complemento de moda y, actualmente, en toda una declaración personal. Si Umit Benan se quita la camisa, uno puede enterarse de un montón de aspectos de su vida.
La revista inglesa "i-D" acompañó una vez al diseñador turco en este recorrido por su vida: "Esta imagen representa a mi padre. Aquí llevo su firma y aquí su fecha de nacimiento. La fecha ’13-01-09’ representa el día en que presenté por primera vez una colección propia".
Y así, tatuaje tras tatuaje, se escribe la historia del modisto que desde este año diseña para la casa italiana Trussardi. Volviendo al fútbol, cada vez el argentino del Borussia Mnchengladbach Raúl Bobadilla se levanta la camiseta al marcar un gol, sus pectorales enseñan además los retratos de sus padres.
Más patriótico es el jugador del Borussia Dortmund Kevin Grosskreutz, que lleva tatuado en la pantorrilla el "skyline" de su ciudad. Y algunos futbolistas llevan su piel tan decorada que es difícil distinguir dónde termina la camiseta y empieza el brazo.
Los tatuajes son tan viejos como el hombre. Los tenía incluso la momia tzi, de hace 5.000 años. En la época más moderna comenzaron a expandirse desde los malafamados bajos fondos a la clase media de la sociedad. Uno de los hitos de esta evolución fue la moda del tatuaje en la parte baja de la espalda.
Su época dorada fueron los años 90, combinados con la moda de llevar pantalones a la cadera y tops que dejaban ver el ombligo. Precisamente entre los diseñadores de moda es muy popular el arte de pintarse la piel.
El estadounidense Marc Jacobs, por ejemplo, lleva más de 30 dibujos, entre ellos un sofá. Quizá no sea especialmente profundo, pero al menos sí resulta muy original. Alistar Carr, director creativo de la marca británica Pringle of Scotland, honra cada vivencia personal clave con un nuevo tatuaje.
Un día, todo su cuerpo estará pintado, menos su rostro y sus manos. ¿Por qué? "Los tatuajes son lo único que podré llevarme conmigo cuando muera".
Sin embargo, no todos comparten su opinión. Así, en los dos últimos años en Alemania hubo un aumento del 50 por ciento de solicitudes para deshacerse de tatuajes, señala Nikolaus Seeber, vicepresidente de la sociedad dermatológica de láser (DDL).
"En algún momento los dibujos se pasan de moda, y los nombres de quienes entre tanto se han convertido en ’ex’ también desaparecen por motivos obvios", afirma. Que el último grito de tatuajes personales dure mucho o no dependerá también de lo visibles que sean.
Pues lo que en sectores liberales como la moda, la música o los deportes a nivel profesional está muy aceptado, resulta incómodo en un banco o en la administración pública. Puede que una foto de la pareja sobre el escritorio en lugar de en el brazo sea una variante poco moderna, pero a veces es la solución más factible.
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