lunes, diciembre 19, 2011

El duro camino para llegar a ser un militar "vip"


Algunos dejaron de lado la corbata y el terno. Otras, los tacones, el maquillaje y las tenidas impecables con que habitualmente acuden a sus puestos de trabajo. Todo por introducirse en el mundo militar y ser nombrados, al cabo de siete meses de instrucción, como alférez del Ejército.

Catorce personalidades provenientes de diferentes sectores del quehacer nacional participaron este año en el Curso de Aspirantes a Oficiales de Reserva del Ejército (CAOR), y el pasado martes 13 de diciembre fueron investidos en una ceremonia encabezada por el comandante en jefe de la institución castrense, general Juan Miguel Fuente-Alba.

La ex ministra de Minería Karen Poniachik y el jefe del Departamento de Avanzada Presidencial, Roberto Lewin, fueron parte de esta quinta promoción de oficiales de reserva y, en entrevista con Emol, cuentan los motivos que los llevaron a sumarse a esta iniciativa y detalles de la experiencia que vivieron.


Karen Poniachik

"Había conversado con mucha gente, especialmente hombres que habían hecho el CAOR en años anteriores, y por lo que me habían contado y por las experiencias que ellos habían compartido conmigo, quedé muy entusiasmada. La verdad es que para mí era un mundo absolutamente desconocido y tenía muchos prejuicios al respecto, por lo que había sucedido durante la dictadura. Entonces, quería hacer este curso para conocerlos mejor, para poder entenderlos mejor, y la otra razón es que me pareció muy interesante poder complementar mis conocimientos de teoría de Relaciones Internacionales sobre soft power con una experiencia vinculada directamente con el mundo militar, con el mundo de la seguridad, de la disuasión".

"Creo que el hecho de que yo fuera invitada a participar en el CAOR demuestra la voluntad del Ejército a abrirse hacia un mundo más diverso, a incorporar a gente que piensa distinto, y creo que hace un gran aporte al país en el sentido de que invita a gente que venimos de otras esferas, que no tiene nada que ver con el mundo militar, con el mundo de la seguridad, a conocerlo, a conocer los desafíos que enfrentan ellos y el país. Y nosotros, cada uno desde nuestras respectivas áreas, algunos desde las empresas, otros desde las universidades y desde el mundo civil en general, podemos hacer aportes acerca de los temas que nos ocupan y nos preocupan como chilenos".

"La verdad es que fue duro pasar las noches de invierno en carpas en el cerro Chena, haciendo ejercicios de campaña, pero no fue difícil y ahora, que soy oficial de reserva del Ejército, si me convocan para algo estaré dispuesta a aportar desde lo que yo sé hacer, que tiene que ver con el mundo de la política pública, con el mundo de la empresa, porque hay mucho aporte que los civiles de distintas esferas podemos hacer".

Roberto Lewin

"Hice el curso básicamente por un cariño que siempre he tenido por el Ejército y el interés por conocerlo más profundamente, de conocer la cultura del mundo militar desde adentro. Cuando se me dio la posibilidad lo encontré interesante y la verdad es que el resultado ha demostrado que tenía razón".

"Además de las charlas que nos dictaron en diversas unidades del Ejército, tuvimos que ir a cuatro campañas de fin de semana, que se realizaron en el campo de entrenamiento de la Escuela de Infantería en el cerro Chena; en la Escuela de Alta Montaña en Portillo; en Peldehue, en la Brigada de Operaciones Especiales; y finalmente en la Segunda División del Ejército en la Primera Región. Ahí recibimos un entrenamiento sobre uso de armamento y aparatos como brújula, orientación nocturna, lo básico que recibe un oficial, naturalmente con las restricciones que impone el curso nuestro que es bastante corto".

"En mi caso particular me resultó muy grato, cansador naturalmente porque uno no está joven, no está cabro como para hacer todo tipo de ejercicios, y dormir en carpas, en el cerro, tampoco es una cosa que uno acostumbre a hacer normalmente, y si lo hace es con ciertas comodidades, como cuando uno va a un camping. Bueno, aquí no. Aquí se aloja y se lleva la vida que lleva un militar, que es bastante más dura que la que uno está acostumbrado. Y no teníamos privilegios. En las primeras instrucciones que tuvimos en terreno pasamos un par de días con raciones de combate, lo que implicó tener comida deshidratada, como las raciones que comería un combatiente".

"Ahora que soy un miembro más del Ejército, pero naturalmente en la condición de reservista, una suerte de embajador, por así decir, de la institución frente a la civilidad, puedo difundir la labor que hace, también aclarar conceptos a la gente que no conoce el mundo militar y colaborar con lo que éste me pida desde el lugar donde me desempeño".

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