lunes, septiembre 12, 2011

Djokovic gana a Nadal en un partidazo y es campeón del US Open

Para ponerlo en un marco. Novak Djokovic y Rafael Nadal brindaron un verdadero espectáculo del tenis en la final del US Open, el último Grand Slam de la temporada.

Pero el premio mayor debía llevárselo uno solo y fue para el mejor, el número uno del mundo, el serbio que se impuso en cuatros sets (6-2, 6-4, 6-7 (3-7) y 6-1) al español que dio dura batalla, a pesar de perder los dos primeros sets.

El que quizás será recordado como el mejor partido del año, por el tenis exhibido, terminó tras cuatro horas 10 minutos de juego y con ambos jugadores habiendo entregado lo máximo de cada uno.

Y con esto el serbio sometió al sufrimiento por sexta vez en la temporada a Nadal en una final.

En una tarde ventosa e incómoda para jugar, Nadal comenzó tomando la iniciativa. Ganó el sorteo y eligió sacar, cosa inusual en él, pero la jugada le salió bien, porque defendió su saque, quebró el del rival y tenía la oportunidad de adelantarse 3-0.


Pero no fue así, porque el español, tenso en su juego e inseguro en sus golpes, cedió el servicio. Allí comenzó a cambiar el partido, y la tendencia se reforzó cuando, pese a tres break points sobre el servicio del serbio, Nadal no pudo aprovechar la situación.

Empate en dos, apenas cuatro juegos y 28 minutos de partido. La final se perfilaba intensa.

Lo fue en cierto modo, pero mucho menos que la de un año atrás. Mientras Djokovic comenzaba a crecer en su juego, Nadal dudaba. El viento arremolinado, que hacía que la pelota se moviera a veces bruscamente, cual avión en pozos de aire, no ayudaba a que el partido fuera bueno.

Desde aquel 0-2 del inicio, Djokovic encadenó seis juegos consecutivos. En la parte superior del estadio de tenis más grande del mundo, cerca de la enorme bandera estadounidense que flameaba con fuerza en la tarde de Nueva York, un grupo de hombres de seguridad escudriñaba los asientos con prismáticos.


Desde esos asientos se veía a un Djokovic capaz de producir puntos notable, a un jugador que los celebraba con fuerza para dedicárselos al público, un público que estaba claramente más a su favor que de Nadal.

Quizás haya tenido su influencia el haber salido al estadio vistiendo una gorra del Departamento de Bomberos de Nueva York -gran jugada de imagen del número uno-, apenas un día después del décimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre.


Nadal, en cambio, había salido a defender su reinado sobre el cemento de Queen's con un nudo en la garganta, tal como se dedujo de su entrevista con la televisión estadounidense instantes antes de entrar a la cancha.


Y durante dos horas y dos sets, ese nudo se trasladó a su juego: un revés inconsistente, el látigo de derecha que sólo aparecía de tanto en tanto y un servicio que no era el de hace un año, cosa esperable, porque no lo había sido en todo el torneo.

Pero, como el español ya dijo, él gana sus partidos con sus golpes de fondo, no por su servicio. Y el problema fue hoy esa falta de consistencia desde la línea de base ante un hombre que prácticamente vuela de confianza en una temporada en la que lleva 64 victorias y sólo dos derrotas, además de 10 torneos conquistados.

Ni en los "challenges" al pedir el "ojo de halcón" ganaba Nadal, que dejó un revés en la red y entregó el primer set en 53 minutos. Tras su 2-0 inicial, un 6-0 del rival. Si el español penaba con el revés, el serbio lograba momentos excelsos con ese golpe.

El segundo set vio también adelantarse a Nadal por 2-0, pero a la hora de confirmar el 3-0 con su saque, el número dos del mundo se encontró con que, cuanto más rápido ponía la pelota del otro lado, ya fuera con sus tiros de fondo o con el servicio, más velozmente aún se la devolvía el serbio, descolocándolo.

Ya prácticamente en sombras la cancha, en un estadio que en un lunes de horario laborable nunca terminó de llenarse, unos extraños reflejos que cruzaban el cemento se hicieron presente para molestar a los jugadores.

A Nadal, especialmente, que no lograba mantener una línea. Perdía su servicio para recuperarlo luego y volver a perderlo de inmediato. Así, tras 124 minutos de juego, Djokovic se adelantaba 6-2 y 6-4.

El tercer set fue el más emocionante, porque Nadal elevó su nivel ante un Djokovic capaz de llegar a todo, de devolver todo.

Nadal dispuso de una oportunidad de quebrar el servicio de Djokovic y adelantarse 5-3, pero lo que sucedió fue que, minutos más tarde, el serbio quebró el saque del español para situarse 6-5 con el suyo. Falló una derecha y llegó el tie break. Nadal gritaba y apretaba el puño, convencido de que podía cambiar una historia que ya parecía escrita.

Y lo hizo. El español jugó un enorme tie break, que tuvo su punto culminante al ganar un gran punto con una combinación de revés cruzado y revés paralelo que levantó a su tío-entrenador, Toni, de la silla. "Vamos!", se gritaron mirándose a la cara el tío y el sobrino.


Tras el 7-3 del tie break, que cerró un set de una hora y 24 minutos de duración, Djokovic se hizo atender por el fisioterapeuta. Nadal se le quejó al juez de silla, el portugués Carlos Ramos, por el tiempo que le daba al serbio.

"Pero da igual, yo estoy aquí luchando", remató la conversación el español, que había recuperado la fe en el triunfo y la intensidad en su juego.

A la primera oportunidad que tuvo, Djokovic pidió una pausa para ser atendido de la espalda, en la que tenía molestias.Y al regresar de esa pausa, Nadal perdió su saque para quedar 2-0 abajo, y 4-1, poco después.

Sin señales de que la espalda le molestase en exceso, Djokovic sacó con ventaja de 5-1 y no dejó pasar la oportunidad. Derecha invertida inalcanzable para Nadal, que lo felicitó en la red y Djokovic, tras cuatro horas y 10 minutos de batalla, arrodillado sobre el cemento para gritar toda su felicidad.

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