Su estilo siempre ha sido improvisado y sobre la marcha. Los creadores de South Park, la incorrecta y atrevida serie animada sobre un grupo de amigos en un pueblito de Colorado, han confesado que muchas veces realizan cambios a cada capítulo el mismo día en que salen al aire. Pero para su temporada número 15, el tiempo de producción y realización de la serie estuvo aún más ajustado. Así, Trey Parker y Matt Stone revelaron a The Hollywood Reporter que sólo tendrán una semana para armar cada episodio. "No sé cómo lo vamos a hacer. Es una pesadilla", contó Parker.
South Park debutó en 1997, y en 15 años se ha convertido en un hito de la cultura pop; ha tenido más de una controversia por su humor atrevido y transgresor; lanzó una película que incluso fue nominada al Oscar, y se mantiene como la serie más vista de su cadena en Estados Unidos, Comedy Central. El fenómeno no da señales de detenerse: el año pasado, Parker y Stone firmaron un nuevo acuerdo con la televisora, que aseguró a la serie animada hasta 2013 y superó el trato anterior, que ascendía a US$ 75 millones.
Pero el atraso del nuevo ciclo tenía una buena excusa: durante los últimos meses ambos creadores, junto con Robert Lopez, director del premiado musical de Avenue Q, estuvieron preparando su salto a Broadway, movida que se concretó el 24 de marzo pasado, con el estreno de The Book of Mormon.
El estreno del montaje se asomaba con polémica. No era para menos. Parker y Stone son conocidos por hacer sátira con temas volátiles y burlarse de distintos personajes, desde estrellas hollywoodenses tipo Mel Gibson y Tom Cruise, hasta figuras político-religiosas, como Mahoma y Saddam Hussein. Y en su debut teatral, la temática era igualmente peliaguda: la Iglesia de los Santos de los Ultimos Días, más conocida como mormona.
Pero finalmente lo que recibió al estreno del musical no fueron protestas, sino el halago unánime de la crítica, que no ahorró adjetivos ni hipérboles para alabar el montaje, que cuenta la historia de dos misioneros mormones que viajan a Uganda y se encuentran con las realidades y desencantos de su nuevo hogar y labor. La apreciación de Variety resume el consenso generalizado: "Cada canción aumenta la hilaridad, la puesta en escena experta subraya cada broma y el elenco de caras frescas es benditamente bueno. Broadway no ha visto nada así desde que Mel Brooks llegó con The Producers, sólo que The book of Mormontiene mejores canciones".
Un final buscado por ambos creadores que trabajaron durante casi cinco años en el desarrollo del libreto e invirtieron cientos de miles de dólares de sus propios bolsillos para afinar el montaje. "Somos ateos que no odian la religión, que más bien les fascina y la admiran. Y pensamos, ¿cómo se vería eso? ¿Cómo sería una carta de amor de un ateo a la religión? Y eso es lo que es este musical", resumió Stone a la revista New York.
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